Mi cuerpo sintió la necesidad de salir de su jaula habitual.
Como que todos mis órganos, pedían a gritos dar unas vueltas.
Y la noche estaba tranquila.
Hacía bastante que no la caminaba con paciencia.
Las luces que intentaban resaltar lo que en tiempos añejos, brillaban por su cuenta.
Ventanas y persianas cerradas, con miedo en su interior.
Pocos noctámbulos en comparación con la adolescencia ya vencida.
Y algunos jóvenes llenos de modernidad dándole nuevo sentido a la existencia.
Relojes que marcan la hora exacta, pero no hay ninguna cita a la vista.
Vidrieras llenas de carteles próximos a abrir.
Expectativas en tiempos de soledad y desamparo.
Sueños ajenos que ocupan el espacio de los propios.
No todos se dan el lujo de proteger su personalidad.
Veredas que se renuevan, después de tanto pisotearlas.
Respetar es algo que está en la mente, pero lo de practicarla, carece de acción.
Y siempre hay canciones nuevas, pero no saben dejar las huellas necesarias como las que marcaron el camino.
Abrazos apresurados y llenos de lágrimas a la espera de sanación.
Mi sistema de creencias sabe que esto es temporal.
Ojalá vuelva la época de amar con el alma.
MARIANO SANTORO