Hubo algunos días en los que el viaje, fue demasiado frío.
Pero en el sentir más importante, se hallaba el anhelo de lo que estaba por llegar.
Los árboles vacíos luego del estado ocre, comenzaban a darle color a lo que nos rodeaba.
Y el clima interno sentía que no sólo se trataba de una nueva estación.
Las oportunidades teñían los sueños que estuvieron durante mucho tiempo en blanco y negro.
Lo que imaginamos, se visualizaba en modo arcoíris.
Y el día te sorprende saludando con el amor que dice presente.
Y florecen los pequeños regalos a los que les damos un inmenso valor.
Los detalles en los que percibimos que hay algo más.
Siempre hay tonalidades emocionales y ahora, se mostraban a la vez.
Trasladamos la mente a algún espacio despejado.
Y aunque haya alguna nube dando vueltas en cámara lenta, los colores nos hablan.
Un campo de anhelos se expande y crece con nuestras ganas.
Las fantasías aumentan y la sonrisa logra un lugar privilegiado.
Lo que estuvo bien, se queda y se fortalece en los deseos.
Lo que se perdió, ya tendrá otro juego por venir.
Es hora de subirse a las ideas que fuimos construyendo.
Es tiempo de alegrarnos más de lo habitual.
Que prevalezca en mí, todo lo que tengo para ofrecer.
MARIANO SANTORO