Agarrame, a veces mis manos se sienten débiles.
Por momentos, he olvidado las caricias que bien supiste darme.
Aunque en algún instante, no le di la importancia necesaria.
La valoración de lo que tenemos sin darnos cuenta del presente.
Hay días en los que siento oscuridad y tus dedos, bien saben iluminar.
Entrelazarlos, como juego de niños.
Cruzarlos, sintiendo la protección.
Moverlos sin sentido, pero con el cariño de entender que son útiles.
Incluso, para jugar a otros niveles.
Y vos, bien sabés de abrazos.
Todo viene conectado, todo tiene un destino.
Y lo que uno ha dado en el pasado, se instala en los recuerdos y viajamos allí.
Nos damos ese recreo mental en el que viajamos con rumbo al corazón.
Y todo el ser se llena de luz.
Y volvemos a este hoy, anhelando un futuro.
La velocidad adecuada sólo la genera la empatía en la cual quiero vivir y hacer un hogar.
Disfrutar del calor pasional y del frío externo, porque sé que vas a estar para abrigarme.
Entregarme, comprendiendo que desde la sinceridad, puedo ser yo mismo.
Y que la humildad me permita reconocer lo trascendental que sos en mi vida.
MARIANO SANTORO