La habitación se había vuelta demasiado oscura.
Los silencios pesaban tanto que casi aplastaban los muebles.
Los mismos que por años, no tuvieron visitas ni alguien que los detallara.
Las caminatas diarias, internas, no tenían un rumbo estable.
Y la nube de pensamientos, hacía juego con la falta de luz.
La ausencia física de personas que dieron mucho, dolía.
Hasta parecía que las ventanas se habían encogido.
Y una es particular, daba a la nada.
Y en esa misma, se paraba para observar si afuera había más vida que adentro.
Las dudas, eran mezcla de verdades ajenas y mentiras propias.
Sentirse desnudo para vestir apariencias.
Obligaciones desganadas, se apilaban en rincones.
Como si las emociones, se tomaron vacaciones sin regreso.
Y sentirse solo, es un proceso.
Es construir, incluso, cuando ni siquiera vemos las herramientas.
El amor, jamás estará en venta.
Uno sabe muy bien lo que dio y el poco que queda, tiene que ser motivador para salir.
Es cumplir hasta encontrarse.
Es darse la oportunidad de priorizarse.
MARIANO SANTORO