Alguna vez prestaste realmente atención a lo bella que sos?
Te pusiste a mirar dentro de tu ser?
La piedra verdadera es todo el amor que llevás por dentro.
Toda la vida tuviste tus golpes, los necesarios para darte cuenta de muchas cosas.
Reincidiste en algunos y no fue por capricho, sino que vos misma te dabas una oportunidad.
Pero no se trataba de repetir historias, sino de comenzar a escribir una nueva y desde el principio, como tiene que ser, con todo lo bueno y hermoso que tiene una conexión real con otra persona.
Te han opacado por momentos y estuviste cerca de la oscuridad.
Pero llegó el día en que descubriste que había algo más y estaba en tu interior.
Era el brillo de la piedra verdadera que sos.
Un diamante que ha sido tallado por la experiencia de vida.
Y en vos hay un rubí, por toda la dureza de las situaciones que has vivido.
Siempre has sido como un zafiro, con vista a tu cielo hermoso y transparente en tu forma de ser.
Y fuiste esmeralda, por tu esperanza en que todo tiene un fin y a la vez, un comienzo de algo mucho mejor.
Y lograste ser una perla, porque debías sufrir para ser valorada.
Aprendiste, enseñaste, sanaste, curaste y abriste tu mirada a una nueva vida.
Tu propia existencia.
Cambiaste, mutaste, modificaste, pero siempre creciste.
A cada lección, le diste su validez.
La importancia de saber solucionar y responder a las preguntas de la vida.
Debatiste, discutiste y compartiste, porque supiste que en el diálogo hay secretos que nos conectan con el otro.
Dormiste, soñaste y despertaste, porque tenías una misión que cumplir.
Y era la de embellecer tu alma.
No todos pudieron acercarse a vos.
No era orgullo, ni soberbia, ni algo inalcanzable.
Sino que tuviste a mano una balanza y supiste valorar lo que merecías guardar y tener a tu alcance.
Los que llegaron a vos, entendieron el mensaje.
Las palabras que tu corazón dictaba proféticamente.
Y sabías que dejarías huellas, que estabas haciendo un camino para muchos.
Y la piedra verdadera seguía brillando e iluminando a los que aprendieron a observar más allá de un envase.
Te rodeaste de lo bueno y positivo.
Te cubriste con el amor de la naturaleza.
Y Dios, fue y será quién te proteja eternamente.
Como ese diamante que vive en vos y tiene forma de corazón.
El que será admirado por la persona que se anime a ser parte de vos.
MARIANO SANTORO
Te pusiste a mirar dentro de tu ser?
La piedra verdadera es todo el amor que llevás por dentro.
Toda la vida tuviste tus golpes, los necesarios para darte cuenta de muchas cosas.
Reincidiste en algunos y no fue por capricho, sino que vos misma te dabas una oportunidad.
Pero no se trataba de repetir historias, sino de comenzar a escribir una nueva y desde el principio, como tiene que ser, con todo lo bueno y hermoso que tiene una conexión real con otra persona.
Te han opacado por momentos y estuviste cerca de la oscuridad.
Pero llegó el día en que descubriste que había algo más y estaba en tu interior.
Era el brillo de la piedra verdadera que sos.
Un diamante que ha sido tallado por la experiencia de vida.
Y en vos hay un rubí, por toda la dureza de las situaciones que has vivido.
Siempre has sido como un zafiro, con vista a tu cielo hermoso y transparente en tu forma de ser.
Y fuiste esmeralda, por tu esperanza en que todo tiene un fin y a la vez, un comienzo de algo mucho mejor.
Y lograste ser una perla, porque debías sufrir para ser valorada.
Aprendiste, enseñaste, sanaste, curaste y abriste tu mirada a una nueva vida.
Tu propia existencia.
Cambiaste, mutaste, modificaste, pero siempre creciste.
A cada lección, le diste su validez.
La importancia de saber solucionar y responder a las preguntas de la vida.
Debatiste, discutiste y compartiste, porque supiste que en el diálogo hay secretos que nos conectan con el otro.
Dormiste, soñaste y despertaste, porque tenías una misión que cumplir.
Y era la de embellecer tu alma.
No todos pudieron acercarse a vos.
No era orgullo, ni soberbia, ni algo inalcanzable.
Sino que tuviste a mano una balanza y supiste valorar lo que merecías guardar y tener a tu alcance.
Los que llegaron a vos, entendieron el mensaje.
Las palabras que tu corazón dictaba proféticamente.
Y sabías que dejarías huellas, que estabas haciendo un camino para muchos.
Y la piedra verdadera seguía brillando e iluminando a los que aprendieron a observar más allá de un envase.
Te rodeaste de lo bueno y positivo.
Te cubriste con el amor de la naturaleza.
Y Dios, fue y será quién te proteja eternamente.
Como ese diamante que vive en vos y tiene forma de corazón.
El que será admirado por la persona que se anime a ser parte de vos.
MARIANO SANTORO