El corazón no había llegado a congelarse.
Y el Otoño, había dejado hojas sueltas en el camino.
Levantaste algunos signos de esperanza.
Continuaste sin rumbo, pero con la libertad de tener una valija llena de sueños.
Las mano extrañaban las caricias y a la vez, quería saludar a quien se presente por vez primera.
Las palabras fluyeron de una manera especial.
Había coincidencias en un mundo tan dividido.
Y aún no se encontraron, pero se están permitiendo conocer.
La soledad, aquella vieja amiga que te hizo compañía durante tiempo, estaba ahí.
Reconoció en vos una mirada diferente.
Hacía bastante que no te veías de esa manera.
Hasta te animaste a recuperar tu sonrisa.
El frío silencio de las noches, no sabía cómo abrigar tus deseos.
Una tormenta de dudas y preguntas, se cruzaron y quisieron confundirte.
Pero a la vez, estaba naciendo una melodía en lo que te rodeaba, en lo que envolvía el envase de tu ser.
El invierno en vos te saluda y te pide que lo entiendas.
Las personas suelen tener emociones reprimidas, luego de años de encierro.
Abrir el alma, es entregarte a la divinidad.
Y el mejor termómetro, es el amor que tanto querés y que está llegando.
MARIANO SANTORO
