En la generala de la vida, hemos tirado demasiadas veces los dados y hasta nos hemos anotado 1 al As.
Ganar, es mucho más que una cuestión de azar.
Toda jugada en movimiento, es parte del aprendizaje.
Y este año nos sorprendió en niveles impresionantes.
Quizás le pusimos demasiada expectativa, quizás le pusimos muy poco el cuerpo.
Y los golpes, los sentimos en primera persona.
Nos vimos reflejados en cantidad de personas que pasaban por fuertes terremotos emocionales.
Le dimos una nueva valoración al cuidado físico y también al mental.
Y en el tiempo de balance, hay que hacer lo posible por encontrar lo positivo.
Y lo otro, dejarlo a un lado, porque nos hizo fuertes y resilientes.
Lo opuesto a ganar, nos obligó a potenciar la fe.
Y le empatamos con empatía hacia los que nos rodean.
Fiestas maestras, en la escuela de la vida.
Se hace difícil celebrar con risas heredadas, porque hay ausencias físicas, que hoy viven en el corazón.
Y hay que darle la razón a la perseverancia, frenar las ansias y animarnos a continuar.
Disfrutar el momento y detenernos a observar.
Aún hay mucho por transitar en el camino de la fe.
Tachame el doble 20 y porque mi corazón aún siente, grito al universo que el amor sea mi alimento.
Apuesto un pleno al 21 y crecer, es bucear dentro de uno.
MARIANO SANTORO